Bodegas de La Rioja para una escapada de enoturismo en Logroño / Foto de Fotograf Jylland

Enoturismo en La Rioja: cuatro bodegas que visitar desde Logroño 

A Logroño uno va a pasear por su casco histórico, a recorrer esa calle Portales preciosa hasta toparse con la soberbia Concatedral de Santa María de la Redonda, a aprender sobre su pasado medieval al toparse con los restos de su muralla y a perder la noción del tiempo yendo de pinchos por la famosa calle Laurel. Y, por supuesto, uno va a Logroño a brindar con un buen Rioja. Si es en una de las bodegas que forman parte de esta denominación de origen, mejor que mejor.

Bodegas Muga, en Haro

Fue en 1932 cuando Isaac Muga y Aurora Caño fundaron estas bodegas que uno puede visitar en el Barrio de La Estación de Haro. Llevan más de 90 años en activo, mimando unos viñedos donde tempranillo, mazuelo y graciano conviven, temporada tras temporada, para convertirse en esos vinos que luego tanto disfrutas.  

Para compartir la pasión que sienten por el vino crearon el Espacio Torre Muga que definen como “una propuesta de enoturismo 360, un entorno donde conocer, descubrir, aprender y saborear el vino en su máxima expresión”. En la práctica, esto se traduce en la posibilidad de degustar sus vinos en su wine bar, en disponer de un aula de catas para iniciarse en eso de ser un entendido, en visitas a la bodega donde se aprende sobre fabricación de barricas, clarificación y hasta trasiega por gravedad y en darle una vuelta de tuerca a lo de recorrer sus viñedos.  

Porque sí, Bodegas Muga permite pasear entre sus viñas. A pie, pero también en Segway y con pícnic por el camino. Y por si esto no te resultara lo suficientemente alternativo, te proponen el ‘pasarse el juego’ de las experiencias: un viaje en globo sobre La Rioja con posterior almuerzo en el viñedo. 

Bodega Ramón Bilbao, en Haro 

Su fama les precede. La carta, completa y amplia, de vinos de Ramón Bilbao es fruto de casi un siglo de saber hacer. También, y sobre todo, del trabajo que realizan en sus más de 200 hectáreas de viñedos propios y del mimo y del cuidado que se aplica posteriormente en todo el proceso de elaboración.  

Sumergirte en el universo Ramón Bilbao es un must del enoturismo en La Rioja, descubrir los recovecos de su bodega (incluidos la sala de barricas y el botellero), aprender de sus procesos de elaboración y sorprenderte con todo tipo de curiosidades es posible con alguna de las visitas que organizan.  

Las hay que giran en torno a un único vino, como la experiencia La interpretación de una cosecha en la que el protagonista es el Mirto de Ramón Bilbao. Otras entran directamente en materia y, los fines de semana, proponen una degustación de tres vinos y tapas de embutidos ibéricos y quesos elaborados en La Rioja. Las hay que amplían horizontes y enseñan al visitante a maridar cuatro vinos de la bodega con chocolates belgas a través de una cata comentada.  

No se olvidan en Ramón Bilbao de los paladares expertos ni de las mentes más inquietas. Por eso, a los primeros les proponen la Visita maridaje duelo de duelas, centrada en el sistema de crianza en barrica y en las texturas y aromas que el roble francés y americano otorgan a los vinos. Para los segundos, han creado El juego de Ramón Bilbao, un auténtico trivial interactivo del vino con el que pondrán a prueba los conocimientos adquiridos durante el recorrido previo por las instalaciones. 

Enoturismo en La Rioja / Foto de Kelsey Knight
Enoturismo en La Rioja / Foto de Kelsey Knight

Bodegas Lecea, en San Asensio

La fiesta del vino es pasar un día (o los que te apetezca) en las Bodegas Lecea. Visitarlas es realizar un auténtico viaje en el tiempo a la época en que el vino se pisaba con los pies y se elaboraba en cuevas subterráneas. Sí, aunque no seamos conscientes, ese tiempo existió y hay quien conserva parte de esas prácticas, y está dispuesto a compartirlas contigo, para después poner a tu disposición unos vinos que, entre otras cosas, van sobrados de personalidad.  

Las Bodegas Lecea las encontramos en el barrio de Las Cuevas de San Asensio, donde existen más de 300 bodegas subterráneas que datan del siglo XVI, pero que a día de hoy siguen cumpliendo con su función de conservar el vino a unos 13º. Entre las opciones de visita que ponen a tu disposición está la de recorrer los cuatro calados excavados en la roca que la familia Lecea sigue empleando en la actualidad y que finaliza con una cata de tres de sus vinos.  

Lo de pisar la uva con los pies descalzos, aquí también es posible. Es cierto, que tendrás que estar atento porque solo ocurre durante un fin de semana al año y la fecha exacta depende de la vendimia. Por orientarte, diremos que suele ser hacia finales de octubre cuando Bodegas Lecea celebra la fiesta del pisado de la uva. Fruto del trabajo que se realiza en esos días es el vino Corazón de lago. Además, se suman actividades como el pisado de la uva para niños, un mercado de artesanía o degustaciones de vinos y productos típicos de la zona.  

La cercanía al campo, a su trabajo y a la tradición no se limita a esta fiesta o a una visita a las bodegas subterráneas. Aquí existe la posibilidad de recorrer el viñedo y de acompañar a los profesionales mientras realizan tareas de poda o vendimia, en función del momento en que se reserve la actividad, que se completa con un almuerzo al aire libre a base de tortilla, embutidos, quesos, pan y vino Lecea.  

Para quien prefiera limitarse a la actividad contemplativa, en Lecea también ofrecen paseos por el viñedo en bicicleta eléctrica o en 4×4 descapotable. Lo que no varía es la visita a la bodega y la cata posteriores.  

Bodega Marqués de Murrieta, en Logroño 

Dicen que los vinos de Rioja nacieron aquí, allá por el año 1852, cuando Luciano Murrieta elaboró el primero de ellos utilizando las técnicas que había aprendido en Burdeos. Desde esta bodega, situada a unos 12 kilómetros de Logroño, los exportó al mundo. Más de siglo y medio después, en ese imponente edificio que es el Castillo de Ygay y en su enorme bodega nueva siguen elaborando unos vinos que aúnan la personalidad de esta casa: respeto por la tradición, pero siempre con un ojo puesto en el futuro y en la innovación necesaria para adaptarse a los tiempos y a sus consumidores. 

Y a los consumidores de hoy, sibaritas de bien, además del vino les gusta el buen comer. En Marqués de Murrieta lo han sabido ver y sus experiencias de enoturismo incluyen mucho de sentarse a la mesa. Una de las opciones es Visita y cata con aperitivo gourmet, durante la cual se recorren las instalaciones de la bodega de elaboración, se contempla el viñedo desde el mirador, se entra al Castillo de Ygay (museo-bodega fundacional del siglo XIX) y se termina con la cata guiada de entre dos y seis vinos (Capellanía, Marqués de Murrieta Reserva, Dalmau, Castillo Ygay tinto gran reserva especial…) y los aperitivos que elabora el chef de Marqués de Murrieta.  

Igual de apetecible puede sonar la Visita y menú de alta gastronomía. La dinámica es la misma que en la Visita y cata con aperitivo gourmet, salvo en el último punto, donde en vez de aperitivo se podrá degustar un menú de alta gastronomía elaborado por el chef de Marqués de Murrieta y maridado con los vinos de la bodega. En el plato, manjares como el milhojas de foie y manzana ácida, anguila y crema mantequilla, verdura de temporada de la huerta riojana, o el corte de solomillo de ternera avileña ibérica a la brasa de cepas mazuelo. 

  

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