Granada

9 cosas que hacer en un viaje a Granada

Uno entiende lo que es echar de menos cuando se marcha de Granada, cuando sabe que tiene que decir adiós a la vida relajada y desenfadada que fluye por sus callejuelas, al olor a especias que te asalta en cada esquina, a la belleza de unos barrios de otra época y a esa estampa que protagonizan Sierra Nevada y la Alhambra, que es, precisamente, por donde empieza esta visita que ojalá nunca tocara a su fin y que incluye todas estas experiencias.

1. Recorrer la Alhambra

Eso de que todos los caminos conducen a Roma bien podría decirse de la Alhambra en Granada. Su imponente imagen se divisa desde muchos de sus rincones. Desde los que no, se intuye su presencia. Declarada Patrimonio de la Humanidad en 1984, esta ciudad, fortaleza y palacio es una gloriosa mezcla de construcciones árabes, entre las que se cuentan los Jardines del Generalife, la Alcazaba y los Palacios Nazaríes, con otras cristianas, como el palacio de Carlos V y la iglesia de Santa María. Consejo de experto: si la visita diurna te deja sin palabras, tras la nocturna querrás quedarte a vivir allí.  

2. Deambular por el barrio más famoso de la ciudad

Dejando atrás el Paseo de los Tristes y las vistas de la Alhambra que nos regala, entramos en un barrio cuyo nombre es conocido más allá de la ciudad. El Albaicín también fue declarado Patrimonio de la Humanidad en 1984, su fama le precede y en el cara a cara no defrauda. Se asienta sobre el cerro de San Cristóbal, presume de coquetas casitas blancas, de plazas a rebosar de encanto, de algún que otro aljibe y de un pasado musulmán que se va descubriendo en cada paso que uno da. Eso sí, por calles empedradas y bien de cuesta.  

3. Entender la miscelánea musulmana y cristiana de Granada paseando por su centro histórico

Hay una plaza, la de las Pasiegas, situada justo a los pies de la Catedral. Las vistas son privilegiadas, la tranquilidad a primera hora se agradece y tomarla como punto de partida para recorrer el centro histórico de Granada siempre es un acierto. La fachada principal de la Catedral se erige ante ti como una promesa de lo que vendrá después: una construcción grandiosa, dotada de armonía, en la que destaca su Capilla Mayor y una luz blanca que lo baña todo y crea bonitos juegos con los colores.

Plaza de las Pasiegas / Granada Digital

Cerca, espera la Capilla Real, un auténtico baño de historia y el lugar en el que están enterrados Isabel I de Castilla y Fernando V de Aragón (los Reyes Católicos), su hija Juana I, el marido de esta, Felipe I, y el príncipe Miguel. No dejes de visitar la Madraza, un edificio histórico de 1349, año en el que el sultán Yusuf I lo fundó para ser un centro de estudios superiores en el que se enseñara teología, jurisprudencia, medicina y matemáticas. Hoy también se dedica al saber ya que acoge el Centro de Cultura Contemporánea de la Universidad de Granada. Y antes de dirigir tus pasos hacia la Plaza Nueva, no olvides adentrarte por la estrecha calle Alcaicería, hogar de numerosas tiendas de recuerdos y artesanía que trata de emular lo que en su día fue el Gran Bazar y mercado de la seda nazarí.

4. Ver el atardecer desde el mirador de San Nicolás

Es la foto típica que todo el mundo quiere llevarse de Granada. Situado en el corazón del barrio del Albaicín, frente a la Alhambra y con Sierra Nevada asomándose al fondo, la bella panorámica que se avista desde este lugar va ganando enteros a medida que el sol nos dice adiós. Llega con tiempo, busca hueco donde sentarte y limítate a mirar. El espectáculo está a punto de comenzar. 

Mirador de San Nicolás / Hey Granada

5. Vivir el flamenco en una casa cueva del Sacromonte

Pasear este barrio de día es una dosis de asombro y sorpresa. Hacerlo de noche, garantía de cante y baile flamenco. Concretamente de zambras, un espectáculo que mezcla lo propio del arte gitano con elementos del andalusí para representar una coreografía basada en una boda gitana. Si además se desarrolla en el interior de una cueva, creednos si os decimos que la emoción vendrá sola. Y es que si algo identifica a este barrio son las cuevas que hacen las veces de casas: espaciosas, de paredes blancas y con cacharros de cobre adornando sus paredes. Conocer un poco más de su historia, sus habitantes y el entorno es tan sencillo como visitar el Museo Cuevas de Sacromonte. Verlo en su conjunto y contemplar las vistas es posible llegando hasta el final del camino de las siete cuestas. Allí espera la Abadía del Sacromonte, un edificio del siglo XVII situado en la cumbre del Monte Valparaíso. 

6. Seguir los pasos de Lorca

La figura del poeta granadino está presente por doquier. Solo tienes que saber mirar. Es obvia en lugares como el Centro Federico García Lorca, la institución creada para investigar sobre su vida y su obra y difundir su trabajo; sutil como en la ermita de San Miguel Arcángel, cuya escultura sirvió de inspiración a Lorca para uno de sus poemas más conocidos del Romancero Gitano; simbólica, como en el Restaurante Chikito, que encuentras en el solar que en su día acogió el café Alameda, donde se celebraba la tertulia de El Rinconcillo. Lo dicho, basta con saber mirar. 

7. Darse un baño árabe

A los hamman acudían los vecinos del Albaicín a lavarse en un ritual de limpieza que abarcaba tanto cuerpo como espíritu. Puede intuirse lo que fueron visitando El Bañuelo, uno de los baños árabes mejor conservados de la península. Datan del siglo XI y en el edificio se aprecian las características salas de agua fría, templada y caliente. Vivir la experiencia en ellos no es posible. Sí que lo es, en cambio, en los Hammam Al Ándalus Granada que, ubicados a escasos metros de El Bañuelo, se asientan sobre restos arqueológicos singulares. Date el permiso de parar y de descansar.  

Hammam Al Ándalus / Get Your Guide

8. Ir de tapas por Granada

Como si de una yincana se tratara, uno sale por Granada de bar en bar en busca de las tapas que mejor acompañen su consumición. Ya sea en la Plaza del Realejo, las del Albaicín, las calles Elvira o Navas…, la cultura del tapeo se extiende por toda la ciudad. A cada vino o cerveza, su platillo. Suele ser el camarero el que escoge. Cruza los dedos porque delicias de la cocina local, como la tortilla del Sacromonte, las habas con jamón o las papas a lo pobre, también pueden aparecer en tu mesa.

9. Entrar en un mundo en el que todo es posible

Dinosaurios, trajes espaciales, mariposas tropicales, telescopios, giroscopios… se dan cita en el Parque de las Ciencias, un museo interactivo cuyo objeto es la divulgación científica. Su visita estimula y despierta curiosidades. Dividido en diferentes espacios, uno puede aprender sobre biodiversidad y conservación contemplando una selva tropical, entender lo pequeños que somos al admirar cómo lucen 7.000 estrellas, descubrir que el cuerpo humano todavía guarda algún que otro misterio o aprender algo más de física al jugar con la fuerza del aire.

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