Toledo con niños: 5 planes para vivir la ciudad en familia
En la Ciudad Imperial hay parques que invitan a correr de un lado a otro para quemar energía, un museo, Iluziona, donde te utilizan a ti, a quien se tercie, a la historia y a las obras de arte para crear ilusiones ópticas de las que te dejan pensando; y rutas creadas especialmente para que los más pequeños de la casa se inicien en eso de descubrir destinos. Todo ello y estas cinco experiencias más son la prueba de que Toledo con niños es un rotundo sí.
1. Viajar en el tiempo
Situado a unos 20 minutos en coche de Toledo, Puy du Fou es ese lugar en el mundo en el que uno puede revivir la Historia. En este parque, los espectáculos son de escándalo y tienen la capacidad de, a golpe de vestuario, decorados y música, trasladaros a nuestro pasado. Aquí, todo está hecho a lo grande: inmensos escenarios, efectos especiales pensados para emocionar y recorridos por nuestro pasado que se extienden hasta 1.500 años en el tiempo. Eso, sobre el escenario. Fuera de él, uno no encuentra tiendas al uso, sino puestos de mercaderes que venden alhajas, espadas, mapas, sombreros y viandas dignas de reyes y nobles. Tampoco es que sean mucho de arquitectura del siglo XXI, son más de ventas medievales donde tomarse un respiro; de jaimas y tiendas dispuestas como si de un auténtico campamento morisco de la época de Abderramán III se tratara; o de crear a base de paredes de piedra y madera la Puebla Real, el pueblo de los artesanos.
2. Echar a volar
Pero no en sentido figurado, sino en sentido literal. Y hacerlo sobre el Tajo y la belleza de su entorno natural a tus pies. Fly Toledo es el nombre de la tirolina que cruza de lado a lado el río. Unos 30 segundos sirven para recorrer los casi 200 metros de longitud que separan las dos orillas. El punto de partida es el número 2 de la Bajada de San Martín, junto al puente del mismo nombre y cuya presencia te acompañará durante todo el trayecto; y el de llegada, el número 5 de la Carretera de Navalpino. La experiencia es apta para todas las edades, siempre y cuando el pasajero en cuestión pese más de 20 kilos. ¿El precio? 10 euros por persona. El casco, el arnés y la polea os los proporcionan allí.
3. Recorrer la ciudad de prueba en prueba
Y aprovechar cada una de ellas para descubrir secretos, curiosidades y conocer a los antiguos habitantes de Toledo y a los ilustres personajes que pasaron por sus calles. Esto os permitirán hacer Los guardianes de Toledo y Los guardianes de la Judería de Toledo, dos guías descargables en PDF con enigmas y retos que convertirán en un juego cualquier visita turística por la ciudad. Esto va de caminar, de prestar atención, de seguir las pistas y de tomar alguna que otra nota para, con todos los retos superados, acudir a la Oficina de Turismo del Ayuntamiento (al lado de la Catedral) a recoger vuestra recompensa.
4. Pasear junto al río
Tan cerca que, en ocasiones, el agua os quedará a pocos centímetros de vosotros. Contemplar el caudal discurrir, explicarles a los más pequeños de dónde viene y a dónde va esa agua, descubrir la flora del entorno y jugar a contar las aves que os encontréis son algunas de las cosas que podréis hacer en la Senda ecológica del Tajo. Cinco kilómetros, que pueden recorrerse total o parcialmente, a lo largo de los cuales divisaréis la colina sobre la que se asienta Toledo a ras de río, levantando la vista y topándoos con impresionantes paredes de piedra; os sorprenderéis al encontraros con restos arqueológicos, cruzaréis los puentes de la ciudad por debajo o, simplemente, os pararéis a respirar tranquilidad y a escuchar el silencio en alguno de los bellos rincones de este recorrido.
5. Descubrir que los museos también son cosa de niños
Concretamente, el del Ejército, donde organizan diferentes actividades pensadas para que los más pequeños entiendan que esas piezas que contemplan han formado parte de nuestro pasado. Desde Museo en familia, una visita de 60 minutos que tiene lugar un sábado al mes para familias con niños de entre 8 y 12 años; hasta los cuentacuentos de los domingos, que hacen que durante 30 minutos los objetos del museo sean los protagonistas de una historia; pasando por las sesiones de guiñol del último domingo de cada mes, donde la temática se centra en el contenido de las exposiciones del museo.
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