Ávila en invierno: qué ver, qué hacer y qué comer
Una escapada a Ávila comienza con una imagen de postal. Imagina un manto de nieve cubriéndolo todo y sobresaliendo en lo alto de una loma, las murallas de esta ciudad. La mejor manera de entender su envergadura es desde la distancia: antes de atravesarlas, haz una parada en el mirador del Humilladero de los Cuatro Postes o, si te alojas en nuestro Sercotel Cuatro Postes, asómate a la ventana. Después, baja a tomarte un café para hacer frente al frío castellano.
1. Monumentos imprescindibles
Si la belleza de la estampa de esta ciudad Patrimonio de la Humanidad gusta en la distancia, espera a contemplarla de cerca. Empezarás por las murallas. Tienen más de 2.000 años, una media de 12 metros de altura y 87 torreones. Parte de su perímetro, lo recorrerás desde las alturas, paseando por su adarve. El tramo final, a ras del suelo, junto a su base. En todo momento, irás viendo lo que Ávila guarda en su interior.
A saber, una catedral que, como peculiaridad te diremos, que tiene su cimorro integrado en la muralla. De hecho, es un caso único de integración de arquitectura militar y religiosa. Además, cuando la visites estarás en la primera catedral gótica del país. Y es que, esto va de curiosidades, como la de que sus soberbias vidrieras sintieron el terremoto de Lisboa de 1755 y algunas tuvieron que ser reconstruidas o que en el claustro está enterrado Adolfo Suárez.
Después, querrás pasear por las calles empedradas de la ciudad, viendo casas de arquitectura castellana, palacios, iglesias románicas, basílicas y conventos. Haz un alto en el camino en su plaza del Mercado Chico y de todo este listado de lugares visitables, decídete por esa iglesia que tienes delante: la de San Juan Bautista. Allí, fue bautizada Teresa de Cepeda y Ahumada. Quizá te suene más por Santa Teresa de Jesús.
Mucho hemos tardado en hablar de esta Santa, patrona de Ávila. Para conocerla algo más, acércate a la Basílica de Santa Teresa. Construida en la que fuera su casa natal, alberga un museo.

2. Un homenaje gastro
Empezaremos por el final porque somos de los que pensamos que siempre hay que dejar hueco para el postre. Especialmente, si ese postre es el dulce más típico de Ávila: las yemas de Santa Teresa. Llegarás a ellas después de un festín que puede comenzar por una tapa de patatas revolconas, seguida de un plato de cuchara para entrar en calor, como las judías del Barco, las sopas de ajo o el cocido morañego; y continúa por el famoso chuletón de Ávila. Los menos carnívoros, quizá prefieran probar la trucha frita, que se prepara con ajo o rellena de jamón.

3. Una escapada, más allá de la ciudad
Vuestra escapada será redonda si a este tour patrimonial, le sumáis un sumergiros en la Sierra de Gredos. Sí, en invierno, cuando la nieve hace que su naturaleza luzca elegante, mágica y silenciosa. Aparcaréis en la Plataforma de Gredos y, desde ahí, comenzaréis vuestro ascenso por alguna de las rutas de senderismo que salen desde este punto. Una de ellas es la que conduce a la Laguna Grande de Gredos. En este caso, no olvidéis consultar la información meteorológica antes de empezar a caminar.
Y si sois de descubrir pueblos y vuestra escapada es en febrero, podría coincidir con el Carnaval de Cebreros, una celebración declarada Fiesta de Interés Turístico Nacional. Situado a unos 40 minutos en coche de Ávila, las calles de este municipio se llenan de disfraces, carrozas, comparsas, desfiles, bailes… Toda una fiesta que cuenta con más de dos siglos de historia.
Terminaremos este viaje, igual que lo empezamos: disfrutando con las vistas de esta ciudad desde nuestro Sercotel Cuatro Postes. Le añadiremos un pequeño cambio. Esta vez, será al anochecer, viéndola iluminarse según el sol se va poniendo y a punto de dirigirte hacia nuestro restaurante para disfrutar de las propuestas locales que integran su carta.


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